Tras ocho capítulos, Buscando el Norte despide su primera temporada con un futuro incierto y pocas probabilidades de que sea renovada por una segunda tanda de episodios. Esta comedia protagonizada por Antonio Velázquez y Belén Cuesta, entre otros, comenzaba su andadura con buenos resultados pero, poco a poco, la ficción ha ido perdiendo seguimiento, quedándose, en esta ocasión, con un 12,3% de share y 2.246.000 espectadores, la cuota más baja de toda la temporada.
En este octavo y último capítulo de la primera temporada de Buscando el Norte, un temporal complicará la vida de nuestros protagonistas en Alemania, poniéndoles en más de un aprieto. Además, Manuela intentará averiguar quién fue la mujer con la que se besó Álex, contando con la ayuda de Ulrike, que hará lo imposible para que Manuela no la descubra. Mientras tanto, Lucas se presentará a una entrevista de trabajo, Salva inventará una nueva argucia para ganarse un dinero y Carol tratará de desvelar el motivo de la mala relación entre su tío Marcelino y su padre. Si quieres saber al detalle lo sucedido sigue leyendo pero ¡¡alerta spoiler!
El ascenso de Flor y la oportunidad de Lucas
Flor comienza la mañana atacada de los nervios a la espera de una importantísima llamada de su jefe que le confirmará si ha sido agraciada con un ascenso en el trabajo. Lucas intenta tranquilizar a su mujer asegurándole que todo el esfuerzo tendrá su recompensa, sobre todo los cinco años que llevan fuera de casa. Tal y como esperaba, su jefe le comunica que el nuevo puesto es suyo, pero tendrá que marcharse a Madrid para poder disfrutarlo.
Por si tenía poca preocupación por tener que quedarse más años en Alemania, Valentina todavía no habla y Lucas empieza a obsesionarse con que la niña comience a decir algunas palabras. Sin embargo, este tema rápidamente pasa al olvido cuando Lucas recibe una llamada con una propuesta de trabajo para nada más ni nada menos que el gabinete de prensa del Instituto Cervantes. Ilusionado y nervioso, Lucas le comunica a Flor la noticia, mientras ella se calla la posibilidad de regresar a España con la esperanza de que su marido obtenga el trabajo y ambos sean felices en Alemania.
La hora de la entrevista se aproxima y Chus no puede encargarse de la pequeña Valentina pero Lucas tiene que marcharse ya para no llegar tarde. Con el objetivo de que su marido no pierda la oportunidad, Flor inventa una excusa para quedarse cuidando a la niña, sin embargo, una fuerte tormenta impide a Flor llegar a tiempo a casa. Una vez en la sede del Instituto Cervantes en Berlín, Lucas comienza con mal pie al toparse con una estricta recepcionista (fantástica Cristina Alcázar), que no hace más que corregirle los errores lingüísticos a un nervioso Lucas.
Obligando a la recepcionista a quedarse con Valentina mientras él defiende su candidatura para el puesto de trabajo, Lucas no tiene más remedio que confesar que no dispone de todo el tiempo del mundo ya que tiene una hija a la que le gustaría ver crecer y cuidar. Dicho esto último, Lucas coge a la pequeña y se marcha de vuelta a casa, instante en el que le comunican que, si así lo desea, el puesto es suyo y podrá trabajar desde casa para que pueda conciliar la vida familiar y laboral, propuesta que Lucas acepta encantado e ilusionado.
Accidentados en Berlín
Después de llegar a un acuerdo con su jefe y confesar la verdad a su mujer, Jaime sigue trabajando de repartidor para el turco para saldar la deuda pendiente. En uno de esos repartos sufre en accidente con la moto debido a la helada que envuelve al país. Aunque ha sido durante horario laboral, Jaime no tiene ningún tipo de contrato y no le queda más remedio que pagar el recibo del hospital, una cifra bastante elevada. Dispuesta a pedirle al turco que pague los costes médicos, Chus se presenta en el restaurante turco pero con un discurso poco convincente.
No obstante, el turco tiene una propuesta que hacerle a Chus para ayudarles a pagar todo lo que deben, una idea en la que Chus es la protagonista, ya que tendrá que encargarse de hacer los repartos que Jaime no podrá debido al esguince que sufre tras la caída. Aunque un tanto desconfiada, Chus acepta la propuesta, si su marido puede, ¿por qué no ella? Nerviosa y algo asustada, Chus se presenta en un local donde las pintas de la gente que esperan el pedido no auguran nada bueno.
Una pequeña confusión tras hablar más de la cuenta hace que Chus acabe secuestrada por los clientes que esperaban su droga. Sin poder pedir auxilio, Chus es obligada a probar la mercancía, una pastilla que, rápidamente hace que Chus pierda el sentido y comience a divagar. Sin embargo, gracias a los buenos ánimos propiciados por la droga y una paella española, Chus logra que sus secuestradores le perdonen y le ayuden a chantajear al turco para que deje en paz a Jaime de una vez por todas.
Por otra parte, Roberto sigue en el hospital a la espera de someterse a una complicada operación. Su salud se resiente después de que le hayan diagnosticado cáncer pero, ni aún así, logra que su hija le crea y esté a su lado en unos momentos tan delicados. A pesar de todo, Adela comienza a sentir cargo de conciencia por haber dejado tirado a su padre. Adela siempre le ha reprochado que le abandonara y ahora es ella la que está actuando de la misma manera.
Tras una inspiradora charle con Jaime y Flor, Adela decide que ha llegado el momento de perdonar a su padre e intentar recuperar el tiempo perdido. Dicho y hecho, Adela telefonea a Roberto pero la llamada es contestada por Marcelino, que se encuentra en el hospital esperando a saber cómo sale la operación. Al descubrir que la historia de su padre era cierta y que padece cáncer, Adela se presenta en el hospital preocupada y arrepentida pero con la intención de cuidar a su padre.
Salva y sus ideas geniales
Cansado de que nadie le quiera contratar en Berlín, Salva decide aprovechar una oportunidad y ejercer de guía turístico para los españoles que llegan a la ciudad de visita. Primero consigue engañar a un grupo de jóvenes haciéndose pasar por el supuesto guía que están esperando. A pesar de que los datos que proporcionan no son correctos, su buen hacer y simpatía hacen que la cosa no vaya del todo mal y se plantee la posibilidad de trabajar como tal, atendiendo a todos los compatriotas que lleguen a Berlín.
Sin embargo, su idea no es del todo perfecta ya que tiene que compartir un tanto del porcentaje de las ganancias con Marcelino tras haber llegado a un acuerdo en el que el tabernero se compromete a no decir la verdad, además, la gente empieza a demostrar su descontento. Por este motivo, Salva se replantea el plan y decide organizar visitas temáticas donde el nazismo y Hitler sean la base y excusa para las visitas.
De esta manera, Salva organiza un estupendo escenario en su casa, haciendo creer a los turistas que se trata del piso donde se refugió Hitler. La ambientación y recreación ayudan a las falsas historias narradas por Salva, pero como se pilla antes a un mentirosos que a un cojo, Salva acaba siendo descubierto por un grupo de fachas. No obstante, la picaresca de Salva logra salvarle de uno de los peores problemas en los que se podría haber visto envuelto.
El secreto de Marcelino y su hermano
Una vez más, Carol y Álex han podido comprobar la mala relación que une a su padre y a su tío Marcelino. Aunque el tabernero ha perdona a sus sobrinos –que en realidad no tienen ninguna culpa- Marcelino es incapaz de mantener una conversación civilizada con su hermano. Carol, que no aguanta más la situación y no saber la verdad, se ha percatado de que su madre les ha mentido y conoce el fondo de la cuestión pero no quiere explicarles nada.
Dispuesta a conseguir que su madre confiese, Carol vuelve a llamarle por Skype y le muestra a cámara una fotografía que ha encontrado entre las pertenencias de Marcelino y en la que aparecen los tres. Esta imagen confirma que su madre estaba mintiendo y la mujer no tiene más remedio que contarle la verdad. Mientras relata con pelos y señales lo que sucedió en el pasado con Marcelino, la señal comienza a fallar debido a la tormenta, por lo que Carol no logra enterarse bien de lo ocurrido, perdiendo la señal sin poder pedirle a su madre que repita la historia.
Gracias a la fotografía Carol ha averiguado que su tío y sus padres se llevaron bien en un pasado y, con los pocos datos que ha conseguido apuntar de la conversación de su madre, Carol tiene algunas pistas que solo tiene que hilar para descubrir los motivos del enfrentamiento. Tras mucho indagar, Carol descubre que su tío Marcelino estaba enamorado de la que ahora es la madre de Álex y Carol y mujer de su hermano, y esa es la razón por la que hoy en día no se dirigen la palabra.
Las dudas de Manuela
A pesar de que las cosas quedaron solucionadas entre Álex y Manuela, la joven no termina de sentirse a gusto del todo sin saber quién es la mujer a la que besó su chico. Con la ayuda de Ulrike –que se ha convertido en su nueva mejor amiga- Manuela comienza una investigación para encontrar a la susodicha. Aunque sabe que lo que está haciendo no es propio de ella, Ulrike prefiere mentir y colaborar con la novia de su primo con tal de que no descubra la verdad.
El primer paso es encontrar a alguien de confianza de Álex y quien mejor que Salva, el único amigo que el enfermero tiene en Berlín. Salva sabe la verdad pero Ulrike le suplica que le siga el juego y se invente una excusa. Así pues, Salva dice lo primero que se le pasa por la cabeza y acaba señalando a Adela como receptora del beso. Manuela quiere conocer a la famosa Adela y, al reprocharle que haya tentado a su chico, Adela confiesa que sólo fue una historia de una noche, pero con Carol, para sorpresa de Ulrike y Manuela.
Descartada Adela, Manuela continúa sus indagaciones con una fiel escudera, Ulrike, que lucha para encontrar a Álex y le ayude a solucionar el asunto. Una vez en la clínica, encerradas por la tormenta que invade la ciudad, Ulrike mantiene una conversación con Manuela en la que logra convencerle de que da igual quién fuera la mujer a la que besó Álex, lo importante es que él la quiere y así se lo demostró al no haber hecho nada más que dar un simple beso. Convencida, Manuela decide dejarlo estar y aprovechar los últimos minutos en Berlín para disfrutarlos junto a Álex.
Finalmente Manuela regresa a Madrid tras despedirse de todos y triste por tener que alejarse de nuevo de Álex. Una vez en la capital, revisando las fotos del viaje, Manuela descubre que fue Ulrike quien besó a su novio y que le ha estado engañando durante toda su estancia en Berlín. Y con esa última escena acaba Buscando el Norte, dejándonos con varias incógnitas que no sabremos si algún día serán resueltas.
Última actualización: 08/04/2016